Preguntas frecuentes
Comenzar un proceso terapéutico suele venir acompañado de muchas dudas. Esta sección no busca convencerte con frases bonitas ni promesas vacías. Solo quiere poner sobre la mesa esas preguntas que tal vez ya te haces, y responderlas con la misma claridad y honestidad que encontrarás en la terapia.
¿De verdad necesito terapia o esto se me pasará solo?
Puede que sí. O puede que no. La pregunta más útil es: ¿hasta dónde vas a dejar que el malestar decida por ti? La terapia no es una solución mágica, pero sí un espacio seguro para aprender a relacionarte de otra forma con lo que sientes y recuperar el rumbo.
¿Y si no es tan grave?
No necesitas estar al límite para buscar ayuda. Si esto que sientes afecta tu descanso, tus relaciones o tu forma de vivir, ya es suficiente motivo para ocuparte de ello.
¿Con qué tipo de problemas psicológicos puedes ayudarme si soy una persona expatriada?
Vivir en otro país va mucho más allá de aprender un nuevo idioma. Ser expatriado implica enfrentar desafíos emocionales que, si no se abordan, pueden afectar profundamente tu bienestar. Ansiedad, aislamiento, duelo por vínculos perdidos, choques culturales, culpa por haber dejado atrás a los tuyos o la sensación de estar entre dos mundos… son experiencias comunes, pero no por ello menos dolorosas.
También pueden surgir problemas de autoestima, dificultades para relacionarse, bloqueos profesionales o una desconexión con el propósito personal. Todo esto, en un entorno que a menudo minimiza tu malestar con frases como “tú elegiste irte”.
La terapia puede ayudarte a comprender y manejar estos efectos, reconstruir tu estabilidad emocional y encontrar sentido en esta etapa de cambio.
¿La terapia online funciona tan bien como la presencial?
Sí. La evidencia lo respalda. Lo importante no es el lugar físico, sino el compromiso con el proceso. Podemos trabajar en profundidad estés donde estés, con las mismas herramientas y resultados.
¿Qué pasa si no me siento cómodo hablando con alguien que no me conoce?
Es normal. No tienes que contarlo todo desde el primer día. La confianza se construye paso a paso. Y que no te conozca también es una ventaja: puedo ayudarte a ver lo que tú ya has normalizado. No necesitas explicarte a la perfección, solo estar dispuesto a explorar lo que sientes, sin juicios.
¿Y si no sé qué decir en la sesión?
No necesitas llegar con todo claro. Muchas veces, el proceso empieza justo en lo que no sabes cómo expresar. Si estás presente, el resto se construye juntos. Las palabras llegan con el tiempo.
¿Y si no conecto con el terapeuta?
Puede suceder. No todos los vínculos funcionan. Si no te sientes cómodo, se puede hablar, ajustar o incluso considerar otras opciones. La prioridad es que la terapia te funcione a ti.
¿No es un gasto innecesario viviendo en el extranjero, donde ya tengo otras prioridades?
Estar bien no es un capricho: es una necesidad. Cuando tu salud mental está en segundo plano, todo lo demás (trabajo, vínculos, hobbies) pierde calidad. Invertir en ti no es egoísmo: es responsabilidad.
